Luis Urios: «Me encantaría que el mundo se guiara más por la empatía y menos por el ego»

Luis Urios, autor de 'La quimera de los vencidos'
El periodista valenciano Luis Urios reflexiona en su novela ‘La quimera de los vencidos’ sobre la injusticia estructural, el afán de buscar un mundo mejor y la esperanza

Creció en su adolescencia con novelas como Donde los árboles cantan, de Laura Gallego o Crónicas del Límite, de Paul Stewart y Chris Riddell. En su transición a la etapa adulta descubrió a Patrick Rothfuss, George Orwell, Fiodor Dostoievski o Carlos Ruiz Zafón. Una serie de autores que marcaron su estilo y su sello como escritor.

Aunque reconoce que le da un poco de vergüenza presentarse como «escritor». Por eso prefiere decir que es periodista. Y es que a sus 23 años ha entrevistado a muchos nombres propios de la cultura valenciana tras su paso por Cultur Plaza.

Le encanta escuchar The adults are talking, de Los Strokes y al grupo La casa azul. También reconoce que El indomable Will Hunting y 21 gramos son sus películas favoritas. Aunque si hay algo que le ha marcado es El guardián entre el centeno o Tokio Blues. Son dos lecturas de las que extrae algo nuevo cada vez que las lee.

Estamos hablando de Luis Urios, el autor de La quimera de los vencidos, su primera novela. Salió a la luz en 2021 a través de Edeta Editorial y desde entonces le ha dado grandes alegrías.

1. Comienzas a escribir La quimera de los vencidos con apenas diecisiete años. Y con veintitrés ve la luz. ¿Cómo ha sido este proceso?

Nunca pensé que fuese realmente publicable. Comencé a escribirla sin pretensiones, más allá de pasar el rato en mi tiempo libre como universitario. Con el tiempo, la narración fue cogiendo forma y empecé a tomarme más en serio mi proyecto. Recuerdo esa época como una de las más felices de mi vida. He llegado a la conclusión de que las etapas en las que escribo son siempre las más felices para mí.

Hubo un punto de inflexión. Cuando estaba a punto de escribir el final, decidí hacer antes una corrección completa para tener una perspectiva más fiel de la historia. Hay que tener en cuenta que Periodismo es un grado en el que se escribe mucho. Por eso durante los dos años y medio que habían pasado, mi redacción había mejorado bastante. El caso es que, cuando volví al principio para hacer la primera corrección, casi me da un infarto.

«Estuve a punto de tirar la novela a la basura»

El principio de mi novela me parecía horrible. Estaba mal redactado y plagado de incoherencias e inexactitudes. Estuve a punto de tirarla a la basura. Durante unas semanas decidí apartarla y me puse a escribir sobre mi grupo de amigos. No escribí nada publicable. Simplemente me limité a hablar de situaciones graciosas e interesantes que me habían ocurrido con ellos.

Aquello me permitió cargar las pilas y me dio las fuerzas necesarias para enfrentarme a esa primera corrección de La quimera de los vencidos. Después de mucho trabajo, la terminé; y un año y pico después, me llamaron de Edeta Editorial.

2. En la novela has creado un universo marcado por la injusticia estructural. ¿De dónde nace la idea?

La verdad es que, si soy sincero, no es que sea la persona más reivindicativa del mundo. Sí que me enciendo bastante cuando veo injusticias en los informativos, pero mi rabia no suele ir más allá de un tuit o una conversación de bar.

Estoy bastante inmerso en aquello de la doble moral occidental. Sin embargo, cuando escribo es distinto. En el plano de la literatura sí me considero una persona reivindicativa. Cuando empecé a escribir La quimera de los vencidos Trump acababa de llegar al poder y VOX empezaba a tener presencia mediática.

«La desgracia ajena suele ser mucho más interesante a nivel literario»

Recuerdo que fenómenos como aquel —el auge de los populismos y las ideologías ultraconservadoras— me inspiraban bastante. Quise que mi novela tuviera algo de todos esos fenómenos. Además, siempre es más fácil contar una historia en la que el protagonista esté sumido en la desdicha que otra en la que sea alguien feliz. La desgracia ajena suele ser mucho más interesante a nivel literario.

3. Reflejas una visión que anima a luchar por un mundo mejor. A grandes rasgos, ¿qué tres cosas cambiarías del mundo actual?

¡Ufff! Es una pregunta difícil de responder sin parecer un idiota. A mi perra Pipa le van a dar un DNI, así que eso ya está cambiado. ¿Qué más cambiaría? Supongo que si pudiera cambiar la realidad con un chasquido de dedos, haría que el mundo se llevara más por la empatía y menos por el ego. Nos ayudaría a solventar la mayoría de problemas actuales.

«Si pudiera, cambiaría la precariedad crónica de mi generación en el plano laboral»

En segundo lugar, creo que el mundo sería un lugar mucho mejor si la gente no tuviera que madrugar. Puestos a cambiar, pediría que los días empezaran a las diez de la mañana. Y por no decir otra tontería… Lo tercero que cambiaría sería la precariedad crónica de mi generación en el plano laboral.

4. La taberna juega un papel importante. Sus litros de cerveza animan las conversaciones de los personajes. ¿Eres de los que piensa que las mejores historias nacen de auténticas borracheras? (risas)

Al menos sí las más graciosas. Tengo un grupo de amigos en el que cada uno es hijo de su padre y de su madre. Somos muy distintos, pero como hemos crecido juntos tenemos un sentido del humor bastante similar. Mi mayor fuente de inspiración es, sin duda, la conversación de bar. De hecho, la novela que acabo de terminar se nutre de eso.

«Mi mayor fuente de inspiración es, sin duda, la conversación de bar»

Por otro lado, en La quimera de los vencidos la taberna tiene un peso bastante grande a la hora de ahondar en las personalidades de mis personajes. Es uno de mis recursos favoritos cuando escribo. Además, me encanta esa estética de luces tenues y tabernas abarrotadas.

5. Tu capacidad narrativa permite imaginarse cada situación con todo lujo de detalles. ¿Quiénes han sido tus grandes referentes para alcanzar este nivel?

Pues creo que si algo bueno tiene La quimera de los vencidos es la diversidad de referencias. Es una novela que empecé a escribir al mismo tiempo que desarrollaba cierta rutina de lectura adulta. En aquel momento leía grandes novelas de géneros muy distintos. 1984 es un libro que leí con dieciocho años y que me maravilló. Creo que el concepto de alienación que Orwell describe está muy presente en la sociedad de mi novela.

«Mi novela cuenta con diversidad de referencias hacia autores como Orwell, Dostoievski, Rothfuss o Ruiz Zafón»

También me encanta la forma que tiene Dostoievski de ahondar en sus personajes a través del monólogo interno. Mi libro, en ese sentido, está plagado de reflexiones interiores de los protagonistas. La estética preindustrial también bebe mucho de novelas como El nombre del viento, de Patrick Rothfuss. Quería crear un universo como el suyo.

La atmósfera oscura de las calles de Corlian (la ciudad donde transcurre mi historia) tiene mucho de la trilogía del cementerio de los libros olvidados de Ruiz Zafón. Me maravilló esa Barcelona franquista tan triste que Zafón dibuja en sus libros. Cuando leía todos a todos esos autores, me decía: «¡Joder! ¡Yo también quiero escribir así!».

6. ¿Cómo eran las historias que inventabas de pequeño sobre ti y tus amigos?

Eran historias muy fantásticas. Cuando era pequeño devoraba las novelas de Laura Gallego, Cornelia Funke, Holly Black y Tony DiTerlizzi… Presentaban mundos reales en los que un grupo de chavales acaban descubriendo universos fantásticos, eso me maravillaba. Así que hacía cosas similares cuando era pequeño, todo escrito a lápiz, claro.

«De crío escribí un librito en el que narraba las aventuras con mi grupo de amigos»

Conservo un librito que incluso encuaderné cuando era un crío que se llama Las aventuras de los amigos valientes (risas). En él narraba cómo mi grupo de amigos y yo, estando en los baños del colegio, atravesábamos de pronto un portal que nos llevaba a un mundo plagado de seres mitológicos. Todo seguía la típica estructura del viaje del héroe.

7. Cuéntame en qué proyectos estás ahora. ¿Tienes pensado escribir alguna otra novela?

Acabo de terminar una nueva novela que no tiene absolutamente nada que ver con La quimera de los vencidos. Su nombre provisional es El libro del descenso y el ascenso y en él narro la historia de un chaval valenciano, Carlos, al que le acaba de dejar su novia después de una relación de más de cuatro años.

Marta, la mejor amiga de Carlos, es estudiante de Psicología, así que le ayuda a vivir todo el proceso del duelo mediante las herramientas que va aprendiendo en la universidad y en los libros que lee. Esta chica también vive en un momento muy inestable. Y el tercer coprotagonista, Marcos, es un chaval con muchísimas carencias afectivas que va saltando de una relación esporádica a otra.

«Acabo de terminar una novela muy diferente que pasa por todas las fases del duelo»

Todo ello en la Valencia de los barrios del Cedro, Benimaclet y Ruzafa, que se presentan como una especie de bastión de resistencia para todos esos chavales, que tienen la incertidumbre de futuro como constante vital. Es una novela que he escrito en tres meses. Con ella he querido pasar por todas las fases del duelo de la pérdida desde los diferentes conflictos internos de tres personas que se ayudan entre sí.

Si en La quimera de los vencidos mis referencias directas eran Orwell y Dostoievski, en esta son Murakami y, de forma fundamental, mi psicóloga Estefanía.

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